Un italiano fue el fundamental artífice del glorioso pasado del centenario Sportivo Luqueño, hoy tristemente descendido a la división Intermedia del fútbol guaraní. En el banco de sus dos primeros títulos nacionales, se sentaba “un señor de rostro enjuto y largo, de cuerpo delgado, de cabeza calva y orejas anchas”. Un “sargento de hierro” nacido en Liguria. Su nombre es Vessillo Bartoli. Fue el primer entrenador del Bel Paese en salir campeón en Sudamérica. Lo fue también con Cerro Porteño y El Nacional de Ecuador.
De la Riviera Ligure a Asunción
Era una novedad, en aquéllos años, contar con directores técnicos europeos. Bartoli, a quien enseguida le cambiaron el nombre en Vessilio Bártoli, había llegado de su Vado Ligure natal en 1950, a los 32 años, interesado por “algún amigo emigrado, que le había avisado que il calcio estaba explotando también en Paraguay”. Lo cuenta Marco Ferrari en su libro “Ahi, Sudamerica! Oriundi, tango e fútbol” (Ed. Laterza). En Italia, Bartoli había había tenido una modesta carrera futbolística en tercera división. Pero había obtenido ganado nada menos que la primera Coppa Italia en absoluto. No era titular, pero estaba en en plantel de ese Vado, el “equipo obrero provinciano que pasó a la historia” por ganar esa competición contra un equipo de primera división como lo era el Udinese.
Innovador en Luque
Una vez retirado, Vessillo quiso ser entrenador. Estudió el juego puesto a punto por el legendario Vittorio Pozzo, d.t. de la Italia bicampeona mundial 1934-38, llamado “el método”, pero luego lo convenció más “el sistema” del inglés Herbert Chapman. Un esquema revolucionario, donde los jugadores se colocaban en cancha formando una W y una M. Un 3-2-2-3. Y a los 32 años, se embarcó para Asunción, vía Buenos Aires. Encontró trabajo como entrenador de Sportivo Luqueño. Ya había un técnico italiano en el país. Era “Mario Rossini, exjugador del Bari, que entonces conducía técnicamente a Sol de América. Según lo que declaró el d.t. de la albirroja, Manuel Fleitas Solich, al diario Corriere dello Sport, en ocasión de Italia-Paraguay en el mundial 1950, ambos eran “innovadores”.
Bartoli campeón
Marco Ferrari relata el veloz ascenso del Bartoli. Cuarto en el campeonato de ese año, en el siguiente, Luqueño se consagró campeón por primera vez. Con 29 puntos, distanció de 4 al ganador saliente, Cerro Porteño. Dos años después llegaría el segundo título, esta vez con 2 puntos de ventaja sobre Cerro y Libertad. A ese punto, la federación paraguaya llamó al italiano a la conducción de la Selección. Estábamos en puertas del Mundial de Suiza de 1954. Las eliminatorias sudamericanas se disputaban entre Brasil, Chile y Paraguay pocos meses antes. Argentina no se presentó por motivos políticos, Perú renunció, y Uruguay estaba clasificado por ser el vigente campeón. Si bien el equipo dirigido por “Vessilio” luchó y no desmereció, después de dos contundentes victorias por 4-0 y 3-1 ante Chile, no pudo contra el poderoso Brasil. Perdió 0-1 en Asunción y 4-1 en el Maracaná. Y chau mundial.
Vivo por milagro
El primer capítulo paraguayo de Vessillo Bartoli termina traumáticamente. En 1955, Bartoli está viajando de Rio de Janeiro a Buenos Aires en un avión de la compañía Panair do Brasil. Viaja con la misión de adquirir para el Torino el delantero José Parodi, de origen ligur como él, jugador de su Luqueño. Pero en el aproximarse al aeropuerto Silvio Pettirossi, “la aeronave impacta con un ala contra un altísimo árbol”, pierde estabilidad y golpea un segundo árbol, antes de que el piloto intente un aterrizaje de emergencia. A tierra, el aparato arde en llamas. De los 24 pasajeros y tripulantes, sólo 8 se salvan. Bartoli está entre ellos. Se recupera lentamente en un hospital local de las múltiples quemaduras. Luego regresa a Vado “para una larga convalecencia”, como apunta Ferrari.
Bartoli el sargento de hierro
En Paraguay Bartoli era conocido por ser muy exigente, en particular en la preparación física. Sus entrenamientos eran intensos. “¡El legendario ‘sargento de hierro’!”, comenta un hincha luqueño una publicación en Facebook. “Dicen que a los que no se esforzaban en los entrenamientos los mandaba a vestuarios con la frase en italiano ‘¡Vía, vía! ¡A casilla!’”. Ya repuesto, en su tierra natal, en 1957, Vessillo asume la conducción del Vado por dos temporadas. La segunda, termina en el descenso. Se retira. Por meses. Hasta que más allá del Atlántico se enteran de que está sin club…
Campeón con Cerro Porteño
Esta vez lo llama Cerro Porteño. “Con él, el club de Barrio Obrero gana el campeonato”, apunta Ferrari en su libro. Bartoli encuentra un nuevo estímulo en la participación en la tercera edición de la Copa Libertadores, la de 1962. Allí, pese al “habitual cuidado cuasiobsesivo” con la que prepara el plantel, Cerro sólo recoge “una victoria, un empate y dos derrotas. La última, un sonoro 9 a 1 contra el Santos de Pelé”. Y “cuando está a punto de abandonar por siempre el continente”, el “sergento de hierrro” recibe una llamada desde Ecuador. Allí conducirá a Universidad Católica de Quito a la victoria en el torneo clasificatorio al Campeonato Nacional y, seguidamente, a ganar el Torneo Pro AFNA.
El “Profesor” Bartoli da clases en Ecuador
Para la prensa local ya es “el Profesor”. En Quito, Bartoli “inventa un sistema todo suyo, un adelantado 3-2-5. “Los dirigentes del más cotizado El Nacional”, continúa Ferrari, “se dejan cautivar” por ese “gringo” exótico y lo contratan. Y salen campeones. Por primera vez en su historia. Es el año 1967.
Es la última noticia sudamericana que nos llega de él. Luego lo encontramos en Vado Ligure, ya retirado. Marco Ferrari, de Liguria como “el Profesor”, reporta que “a menudo se detenía conversando con los futbolistas locales, incrédulos al escuchar sus aventuras” latinoamericanas. Un defensor de categorías amateur de esas “ventosas tierras se había convertido en un sargento de hierro de la altura futbolera”.
Vessillo Bartoli nos dejó un 14 de marzo de 1981, a los 72 años. En su memoria se instituyó un torneo juvenil: el Trofeo Vessillo Bartoli.
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