Una persona de extrema timidez hizo de la melancolía una forma de escribir. Hijo de Benigno Casaccia y Margarita Bibolini, ambos italianos y radicados en Areguá, situada a 30 kilómetros de Asunción y que significó el punto central de casi toda la narrativa de Gabriel Casaccia.
Considerado el padre de la narrativa moderna en Paraguay, nació en Areguá en abril de 1907 y murió en Buenos Aires en noviembre de 1980. Vivió más de 45 años fuera de Paraguay, exiliado por cuestiones económicas y políticas. Vivió desde 1935 hasta 1950 en Posadas (Misiones) y luego casi 30 años en Buenos Aires, hasta su muerte. En una carta enviada en 1945 a su hermano se puede leer: “Se vive por dos o tres cosas, o para dos o tres cosas. Me parece que soy un pobre sentimental, o más bien un hombre de dos o tres sensaciones, de dos o tres recuerdos”. Gabriel nunca pudo olvidar la pequeña ciudad donde pasó su niñez y juventud.
Areguá, la ciudad elegida
Al igual que Macondo o Comala para García Márquez o Rulfo, Casaccia eligió Areguá como inspiración: sin dudar es de esas dos o tres cosas que nunca pudo olvidar. Representante del realismo mágico paraguayo escribió “Mario Pareda” (1939), “La babosa” (1952), “La llaga” (1963), “Los exiliados” (1966), “Los herederos” (1975), “Los Huertas” (póstuma, 1981). También los cuentos: “El guajhú” (1938), “El pozo” (1947), “La vida de un borracho” (1953) entre otros, casi todas las historias transcurren en Areguá.
En Areguá se establecieron varias familias italianas y fue la villa veraniega preferida por la crema y nata asuncena durante mucho tiempo. Quedaron registro de esta época dorada innumerables “villas”. El castillo de los Palmerola es el máximo exponente de la arquitectura de la ciudad de Areguá que hasta ahora tiene un encanto intangible que la hace elegida por una buena cantidad de artistas.
La obra de Casaccia
“La babosa” es la novela más conocida de este escritor. Publicada en 1952, perteneciente al realismo mágico, gira entorno a los chismes de pueblo chico. El sacerdote del pueblo acusa a una de las damas de ser igual a una babosa que repta para enterarse de lo que sucede. La obra es al mismo tiempo una crítica a la sociedad y la política paraguaya. “El guajhú” (1938) trata sobre un monstruo que habita en las profundidades del lago Ypacarai y es una abierta comparación con los políticos que, en su ambición, no tienen consideración alguna con el pueblo. En “Los Huertas” (1981) está de manifiesto la lucha de dos familias pueblerinas en ser los más destacados de su pequeña sociedad. En toda la obra la melancolía y esa añoranza está presente. El escritor sostenía: “Esta nostalgia que me hace doler el alma, la experimento cada vez que vuelvo del Paraguay”.
Cómo escribe Gabriel Casaccia
Este escritor demuestra en sus letras el dolor del exilio, en “La Fuga”, un cuento se lee: “Le sería imposible vivir con ese recuerdo, porque la verdad es que hay recuerdos que corrompen toda una vida y a los cuales solo se los puede borrar borrándose uno del mundo“.
En varias partes de “La babosa” también se percibe ese sentimiento: “No sé quién me dijo una vez que me gusta esta clase de vida porque soy perezoso, y que Areguá alienta mi pereza. Tal vez. Pero podría ser lo contrario. Que parezca perezoso porque vivo sin prisa”. En otro párrafo: “No apareció un amigo, ni un feligrés venía a alentarlo. Si hasta entonces el párroco Rosales había sufrido las torturas de la soledad física, ahora padecía las del corazón”.
Por pedido expreso, Gabriel Casaccia está enterrado en el cementerio de Areguá, su pueblo del alma.
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